“La imaginación no se convierte en una genialidad hasta que el ser humano, dado su coraje y fuerza, empieza a utilizarla para crear.” Maria Montessori
El legado de Maria Montessori cambió el campo de la educación, introduciendo la filosofía de que aprendemos y nos desarrollamos óptimamente siguiendo un camino innato de autodesarrollo. Ella sabía de qué estaba hablando, estuvo nominada al Premio Nobel de la Paz seis veces, y su imagen apareció incluso en el billete de mil liras de Italia. Instó a sus estudiantes, tanto niños como adultos, a “confiar en que sabían lo que estaban haciendo”. Esto funcionaba cuando éramos niños e íbamos al colegio y funciona hoy en el lugar de trabajo.
Una rebelde de la educación
En la Italia de finales del siglo XIX, cuando nació Maria Montessori, las niñas solamente tenían dos elecciones profesionales: ser profesora o monja. Pero esto no detuvo a Maria. Era una estudiante excelente, una apasionada de la educación y era ambiciosa. Sus padres no obstaculizaron el entusiasmo natural que sentía su hija por aprender. Ambos eran lectores ávidos y cultos. También contaban con los medios para apoyar a su hija en hacer algo que rozaba lo escandaloso. Montessori ingresó en una escuela técnica de chicos a los 13 años para estudiar ingeniería (allí debía pasar los recreos dentro para evitar que sus compañeros masculinos la atormentasen). Después de graduarse en la escuela secundaria, decidió que su siguiente paso era estudiar medicina, otro campo dominado por hombres. Qué podemos decir, le gustaban los retos.
Montessori solicitó asistir al programa médico de la Universidad de Roma y fue rechazada, debido aparentemente a su falta de conocimiento de las lenguas clásicas. Sin desanimarse, estudió dos años más y volvió a presentar su solicitud. La universidad finalmente tuvo que admitirla. Aun así, se consideró que era demasiado arriesgado que trabajase con cadáveres en presencia de hombres, por lo que tuvo que hacerlo por las noches, sola. A pesar de las limitaciones, Maria Montessori se graduó en 1896, siendo la primera mujer licenciada en medicina de Italia.
Forjando su propio camino
La práctica médica temprana de Montessori se centró en la psiquiatría, que todavía estaba en sus inicios. “La Interpretación de los sueños” de Freud, por ejemplo, se publicó en 1899 y tardó ocho años en vender las 600 copias. También asistió a cursos de formación, donde desarrolló un profundo interés por la teoría educativa, especialmente por las formas en que se trataba a los niños con discapacidades intelectuales y de desarrollo. En 1900, inauguró un nuevo instituto de formación para profesores de educación especial. Esto le proporcionó un lugar para experimentar con diferentes métodos de enseñanza. En 1907, abrió la Casa dei Bambini, una guardería para niños pobres sin supervisión. Allí, diseñó el ambiente escolar y los materiales de aprendizaje para fomentar lo que creía que era el deseo natural de aprender de cada niño.
Influencia internacional
El enfoque de Montessori sobre la educación fue adoptado internacionalmente con entusiasmo y también en su Italia natal. Cuando Benito Mussolini llegó al poder en 1922, Montessori, que había estado viajando y enseñando en el extranjero, volvió a Italia para aceptar el puesto que le ofreció, de “Educadora Jefe”. Sin embargo, la combinación de la política y la educación no convenció a Montessori. Huyó del país en 1934, después de rechazar la imposición de Mussolini para que sus colegios jurasen lealtad al fascismo. Mussolini tomó represalias cerrando más de 70 escuelas Montessori en Italia. Mientras tanto, Montessori viajó a la India, donde pasó tiempo con Gandhi, quien era un gran defensor del sistema Montessori. Gandhi enseñaba a los niños en sus ashrams utilizando una técnica similar. La amistad con Gandhi y su atención sobre el pacifismo influyeron los libros de MontessoriEducación y Paz y Educar para un nuevo mundo.
El aprendizaje en su estado natural
Montessori basó su método después de observar que los niños que se encontraban en un ambiente rico y desestructurado aprendían de forma natural. Un educador podía simplemente ofrecer las oportunidades para que las etapas naturales del aprendizaje prosperasen. Sus aulas estaban equipadas con muebles de tamaño infantil (algo radical para la época). Formó a los profesores para que diesen a los niños la libertad de jugar como quisieran con una “disciplina espontánea”. Fue tan exitoso que en 1910, el Método Montessori era conocido en todo el mundo. Hoy en día hay 22.000 escuelas Montessori en al menos 110 países.
Interactuar y aprender: el Método Montessori
Otra innovación educativa que Montessori introdujo se basó en el, por entonces concepto nuevo, de que aprendemos interactuando directamente con nuestro entorno. También llegó a la conclusión de que los niños aprenden las cosas, luego se basan en lo que han aprendido, y avanzan al siguiente nivel de forma natural, sin necesidad de un plan de estudio forzado e inflexible.
Todas las teorías de Montessori también sirven para los adultos. ¿Cuántos de nosotros nos obcecamos en hacer las cosas siempre del mismo modo, en lugar de reaccionar a lo que realmente está ocurriendo? En lugar de imponer una forma de pensar o una solución única, confía en ti mismo para desarrollar tu propio camino.
Libertad y desafío: no solo para niños
Si encuentras demasiada resistencia, puede que no estés utilizando las herramientas adecuadas, o tal vez te diriges hacia el objetivo equivocado.
Incluso como adultos, “nos quedamos atrás” cuando intentamos forzar algo demasiado pronto. Cumplir con una norma arbitraria no es una buena razón para establecer una meta. Por ejemplo, no existe ninguna norma que diga que debes entender bastante bien otro idioma después de haber estado dos años estudiándolo, o que debes ser experto en un programa de software después de haberlo utilizado durante un mes. Alguien se lo inventó sin tener en cuenta las circunstancias individuales de cada uno. El Método Montessori confía en que los niños se guiarán a sí mismos hacia una etapa apropiada de aprendizaje. Esta teoría también sirve en adultos.
Caminos individuales: avanzar
Para que el aprendizaje autodirigido funcione, el modelo educativo Montessori se basa en una progresión metódica de un nivel al siguiente. Los estudiantes abordan las lecciones de la manera que mejor se adapte a ellos. En primer lugar, descubre cuál es el mejor estilo de aprendizaje para ti. Una vez que consigas eso, podrás ir acelerando.
Montessori creía en “períodos sensibles”, una fase evolutiva en la que el estudiante se puede beneficiar al máximo de una nueva experiencia. Cuando un niño se encuentra en un periodo sensible, muestra un intenso interés en una actividad o tipo de juego determinado hasta dominar la nueva habilidad. Los adultos también lo hacen, entusiasmándose con ciertas aficiones o intereses. La clave es confiar en que tus intereses tienen valor. Presta mucha atención a tu entusiasmo, ¿hacia dónde te guía? Es ahí donde destacarás.
Montessori creía que todos los estudiantes podían desarrollar una “autorregulación” sólida, que tienen la capacidad de educarse a sí mismos, saber qué están aprendiendo, y evaluar las experiencias de aprendizaje. ¿En qué puntos flaquea tu estilo de trabajo? ¿Dónde destacas? Determinar cada uno no son juicios de valor sino herramientas de información que te ayudarán a llegar a donde quieres ir.
Metas y estructura: seguimos necesitándolas
Montessori insistió en bloques ininterrumpidos de tiempo de trabajo. Sin interrupciones que te distraigan, dispondrás del espacio mental necesario para establecer conexiones cruciales y dejar que esos descubrimientos se asienten. Crea bloques de trabajo ininterrumpido juego o creatividad solo para ti. Es esencial para el pensamiento creativo y la innovación.
Mentores y comunidad: conectar
Montessori también creía en una comunidad formada por grupos de distintas edades. Los niños más pequeños buscan en los mayores una figura de apoyo y que les pueda ayudar. Los niños mayores disfrutan desempeñando el papel de mentor. Para los adultos, es posible que muchos de nuestros mejores mentores no sean estrellas del rock con una historia de éxito, sino personas que se encuentran apenas unos pasos más delante de nuestro mismo camino. Un mentor puede ser alguien que ha estado donde te encuentras ahora, o que ya ha llegado donde quieres estar. Pídeles consejo o simplemente prueba algunas de sus iniciativas.
Aplicar las lecciones: sal ahí fuera
Montessori reconoció que para los niños, su juego es su trabajo, especialmente las actividades que parecen creativas, abstractas y divertidas. Toma ese concepto y utilízalo: es bueno. Adopta las cosas que no muestren un camino claro para obtener un beneficio o crecimiento externo. El tiempo dedicado a hacer algo creativo y (no) constructivo merece totalmente la pena.
“Respeta tu proceso”, “Encuentra tu ritmo” y “Trabaja duro y diviértete”. Estos no son solamente lemas para camisetas, son enfoques educativos probados. Escucha a la Dra. Montessori: puedes llegar donde necesites ir respetando tu propia forma de hacer las cosas. Desvíate del plan de juego de otra persona. Tómate algo de tiempo en silencio. Aprovecha tus puntos fuertes, y sí, diviértete tanto como trabajes.